En mi publicación anterior escribí sobre los defectos de la Kononykheen Breed Twenty que llegó a mi taller. Ahora relataré cómo logré arreglarla.
Para comenzar, remover la corrosión de los trastes fue todo un drama. Usualmente basta con proteger la madera del diapasón y frotar lana de acero ultrafina por cada traste. ¡Nada que ver! Tuve que usar el Dremel con un cepillo giratorio con hebras de acero. Sí, leyeron bien: CEPILLO DE ACERO; el de latón no pudo quitar la corrosión de los trastes. Después sí pude pulirlos con mi método habitual.
Como el alma del mástil tiene la tuerca soldada, no pude quitarle todo el óxido. Sólo pude aplicarle aceite penetrante para remover el orín superficial y después le puse WD-40 para protegerla de la humedad.
Al principio pensé en mejorar el acabado del diapasón, pero cuando comprobé que los bordes blancos eran pintados opté por dejarlo así. El cuidado necesario para preservar ese borde blanco mientras lijo y pinto de negro el resto es simplemente demasiado para el precio de esta guitarra.
Cuando volví a instalar el mástil simplemente quité la empacadura de goma que estaba instalada bajo la placa metálica: como es 2 mm más ancha que la placa, eso bastó para eliminar el problema del roce con la mano.
Lamentablemente no pude cambiar las clavijas oxidadas. Comencé a repararlas en plena cuarentena del Coronavirus así que salir a comprar los repuestos era impensable. Así que las desarmé hasta donde pude, les quité la mayor parte del óxido, y las limpié bien con aceite penetrante. Eventualmente será necesario sustituirlas por otras nuevas, pero al menos podrán hacer su trabajo por un tiempo.
El dueño me dijo que las clavijas eran de plástico, y tal vez sea porque no se sienten frías al tacto como el metal. Pero la corrosión demuestra que sí son de metal. Lo que descubrí fue que tienen el peor cromado negro de la historia, ¡parecieran estar PINTADAS en negro!
Este cromado es tan malo que se rayó al usar una simple palanca de plástico al instalar las cuerdas. En la foto se ven los «puntitos» donde la palanca de plástico atravesó el «cromado», dejando expuesto el metal. Honestamente, no parece ser un cromado sino un laqueado: así de delicado es.
Y en el puente es peor: al mover las silletas durante la octavación, los tornillos rasparon el acabado. No me imagino cuál puede ser la durabilidad de esas piezas en manos de un guitarrista sudoroso.
Luego procedí a instalar las cuerdas y realizar el ajuste final. Un detalle que me llamó la atención fue la discrepancia entre la potencia de los micrófonos. El single-coil blanco es mucho más débil que los humbuckers, y equiparar su volumen con éstos es casi imposible. Puede verse cómo el single-coil está lo más alto posible mientras los humbuckers están casi «en el sótano». ¡Y aún así el single-coil no puede competir contra los humbuckers!
Eso debe ser un fastidio para el músico que debe estar cambiando constantemente el volumen de la guitarra para poder compensar el problema. Si fuera mía, le pondría unos humbuckers de menor potencia y un single-coil bien poderoso.
Al final de todo, he quedado asombrado por el terrible control de calidad de parte de Kononykheen. Una simple inspección habría bastado para notar los defectos del mástil y cambiarlo por otro.
A mí me parece inaceptable vender una guitarra con componentes que se rayan al contacto con el plástico, con una placa trasera desalineada, y ni hablar de ese bordeado pintado en lugar de hacerlo como Dios manda… ¿Será porque en Rusia aún no creen en Dios?
Tras escribir ésta reseña hablé con Luis Díaz, el dueño de la guitarra, para saber sus opiniones al respecto. Luis tiene más de tres décadas de experiencia como músico profesional, ha trabajado para muchísimos artistas en discos e incontables giras y posee una bien documentada afición por las guitarras poco comunes.
Visitar su hogar es como entrar en el «Área 51»: hay amplificadores y guitarras por todas partes, entre ellas varias Gibson, Epiphone, modelos Custom Shop, una SG doble mástil, todo tipo de modelos Fender, también Yamaha, Kramer, Jackson, una acústica de 12 cuerdas fabricada en Finlandia y hasta una «guitarra-órgano» de los años 70 equipada con batería y acompañamiento automático… la lista es interminable.
Digo todo esto para dejar claro que Luis no es un aficionado sino alguien con amplia experiencia, así que su criterio es digno de todo respeto. De nuestra conversación extraigo varias opiniones:
«Me llamó la atención el estilo de la guitarra, y en el video que vi sonaba muy bien. Pero yo no iba a pagar $700 por una guitarra desconocida. Eventualmente me contactaron y me ofrecieron un acuerdo de «Sponsorship»: ellos me venderían la guitarra por $400 y todos los videos y fotos que yo hiciera con ella serían compartidos en las redes sociales de Kononykheen, que abarca a más de 200.000 personas en todo el mundo».
Ciertamente es un trato atractivo para cualquier músico: aparecer en la página web del fabricante, tener una audiencia global para su música… pero la decepción llegó antes de abrir la caja:
«La guitarra vino en una caja hecha del cartón más blandito que jamás he visto. Además, la caja no estaba sellada, y la guitarra estaba mojada.»
Mmm… yo no sabía que la guitarra se había mojado durante el envío. Eso explica la corrosión, y Kononykheen le ofreció cambiársela por otra sin costo alguno… pero el traslado de ida y vuelta debía costearlo Luis. Pero el coste era demasiado alto, y declinó la oferta. Especialmente al ver cómo la habían empacado:
«Al abrir la caja, la guitarra estaba totalmente desprotegida. Todos los fabricantes envían sus guitarras con al menos un trozo de anime [poliestireno expandido], pero ni siquiera eso tenía.»
«El interior de la caja estaba lleno de un polvillo metálico rarísimo: ¡era el entorchado de las cuerdas, que se habían desintegrado! Lo único que quedaba de cada cuerda era un hilo negro totalmente podrido».
Luego de limpiar todo y ponerle cuerdas nuevas, Luis quedó decepcionado al ver los errores de fabricación del mástil, la dudosa calidad de las clavijas, la corrosión, y la apariencia del diapasón. (Ver la reseña anterior aquí)
«Yo no quise patrocinar semejante guitarra. Me parece una sinvergüenzura andar recomendando una guitarra tan mala. Imagina que venga un carajito a comprar su primera guitarra y gaste sus reales en esa cosa.»
«Sale mucho mejor comprarse una Harley Benton; yo me compré TRES por menos de lo que costó la Kononykheen, y son excelentes. Yo compré la versión Harley Benton de la Les Paul y no tiene nada que envidiarle a una original.»
Ese comentario, viniendo de alguien que tiene varias Les Paul en su harén, me dejó impresionado. Y ciertamente, ya que la Harley Benton SC-450 Plus cuesta 177 EUR (unos 200 USD), un principiante podría comprarse una y conservar dinero para comprar un buen amplificador.
Y ahora, ¿qué hará Luis Díaz con su Kononykheen? ¿La va a usar, la va a vender..?
«La dejaré por allí, para hacer experimentos o cosas así. A mí me da pena venderle esa vaina a alguien. Perdí esos reales, así de simple».