Siempre se habla de aprender lecciones en la vida a través de experiencias propias o ajenas. Yo aprendí algunas gracias a mi bajo.
Mi fiel cinco cuerdas es un Curbow, diseñado por el fallecido Greg Curbow para ser fabricado por la fábrica de Cort en Corea del Sur. Cuando estaba en el proceso de comprarlo, mis otras opciones eran un Steinberger Spirit XZ-25 y un Tobias Toby Pro 5. Pero cuando tuve el Curbow en mis manos, ya no hubo vuelta atrás: había encontrado lo que siempre quise.
Puedo decir con propiedad que tanto el Tobias como el Steinberger iban a necesitar modificaciones para adaptarse a mis exigencias, pero el Curbow las satisfizo de inmediato. Y como en las relaciones humanas, cada una de sus virtudes es a la vez un defecto según como se quiera ver.
Y es que mi Curbow me enseñó que las cualidades simplemente existen: son nuestras actitudes lo que hacen la diferencia entre la virtud y el defecto, del mismo modo que algunas personas «perseverantes» para otros sólo son «tercas».
Así que, haciendo honor a mi fastidiosa mentalidad analítica, presento la lista de cualidades de mi Curbow. Para algunos son defectos, para otros virtudes, pero en realidad son sólo dos formas de ver lo mismo.
¿Cuántas veces nos hemos preguntado cómo alguien le puede gustar tal o cual persona? ¿Y cuántas de nuestras propias virtudes son defectos para los demás, o viceversa? Tal vez depende de quién lo evalúe. He compartido tarima con auténticos virtuosos de la guitarra a quienes hubo que sustituir porque se fastidiaban al tocar canciones sencillas, así que convirtieron una gran cualidad en un defecto.
Volviendo a mi bajo, yo soy muy delgado y prefiero un instrumento pequeño y ligero. Pero una vez se lo presté a un tipo mucho más gordo que yo y honestamente se veía ridículo con el Curbow. Lástima que no le tomé una foto, pero lucía parecido a ésto:
Aunque muchos han quedado encantados con el estilo de mi Curbow, recuerdo un concierto donde el ingeniero de sonido me dijo «¡Ese bajo sí es gay!» Él tal vez esperaba que como bajista de una banda de rock yo usaría un Fender bien curtido por el uso. Sin embargo, al final del evento me dijo «Tu bajo luce gay, ¡pero suena arrechísimo!»
Y es que de nada me serviría si no sonara bien. Sí, es cierto: un Fender sería suficiente, pero yo no soporto el peso de un bajo Fender, ni el tamaño del mastil, ni el hecho de que hay que sacar el pulgar al llegar a las notas altas y que sólo tiene 20 trastes. Mi Curbow es liviano, cómodo, tiene un mástil delgado, 27 trastes, y al contrario de un Fender, puede ajustarse con la acción super baja. Y por si fuera poco, tiene un sonido único.
Así que, una vez más, no hay que dejarse llevar por las apariencias y fijarse en lo que verdaderamente es importante. Nadie debería conformarse con lo que otros consideran que es bueno, sino aspirar y conseguir lo que quiere y que además se amolde a sus propias necesidades.
Gracias a Greg Curbow, por crear un bajo perfecto para mí.